martes, 24 de mayo de 2011

Con ustedes...La Historia de los Martes

Tercer relato de Marcial Sarrías en Revolución. Como mencionamos siempre, es un honor contar con su presencia en este espacio.
“Si no gana, empata.”
La esperanza es lo último que se pierde, dicen los que, ante situaciones críticas, eluden la realidad.
“Si no gana, imbata”, repetía, en su coloquial cocoliche, la abuela Carmen, en aquella vieja casona chorizo de la calle Quilmes, entre Chiclana y Patagones.
Ese lenguaje, mitad tano, mitad criollo,
le sustentaba su optimismo.Optimismo, por otro lado, que la quiniela no había podido mejorar su modesto pasar.
Aquel domingo 20 de abril de 1969, ese optimismo, esa esperanza, competían con mi ansiedad y expectativa.
“Hoy, Huracán, si no gana, imbata”, me repetía una y otra vez.
Ya habían pasado sus ravioles de domingo .De acelga, - no alcanzaba para espinaca-
Irregulares, pues la ruedita de corte y su pulso, no conocían la ortogonalidad.
Salí acompañado del Tío Ñato, un brillante hacedor de la vida que siempre me contaba su paso de frustrado jugador eclipsado por
Emilio Baldonedo.Chiclana derecho, Av. La Plata, entrada por Inclán o Las Casas –no recuerdo-.
La “montada”, amenazante como siempre, me asustaba.
Ingresamos.
Los tablones de madera del Gasómetro formaban una imperceptible elipse. Se me presentaban como si hoy estuviera en el
Camp Nou o Wembley o en el Azteca.Hoy jugábamos con San Lorenzo.El clásico.
Siempre nos ganaban (y nos ganan)
Los cantitos hirientes copaban la atmósfera.
El “hijos nuestros” no se hizo esperar…
El partido se mantuvo empatado, nuestro Miguel Brindisi marcó el uno a cero, Telch el uno a uno.
“Si no gana, imbata”. Yo me conformaba .El tío Ñato, también.
No así Fito Vilanoba, quien a los cuarenta y cuatro minutos, sí a uno del final, metió su cabezazo y
nos dio el triunfo.Volví esperanzado a la calle Quilmes a saludar a la abuela hasta el próximo domingo.“Te dije nene, hoy Huracán, si no gana... Imbata”
El sábado voy al palacio, que lástima que ya no está la abuela.
P.D: volví del Palacio, ni la abuela nos salva.

Hasta la próxima.