Nunca me pasó. Te juro. Por eso lo puse en el título. Ya es el segundo partido en el año (vamos dos meses) que apago la tele antes de que termine. ¿Será impotencia? ¿Será desgaste? Creo que es algo peor: tristeza.
miércoles, 26 de febrero de 2020
lunes, 9 de diciembre de 2019
"Maldito 19..."
Que año malo. Cuánta desilusión. Como se cayó todo con la ida de Alfaro. Que mal nos fue. Como cambió la energía. De ser imbatibles de local a ganar 7 partidos en todo el 2019. De tener una base de líderes y a tipos que con poco compromiso y muchas camisetas con el número treinti y algo. Porque algunos chicos del club terminaron dando la cara.
domingo, 25 de agosto de 2019
"Mi Club..."
Ni me acorbada cómo se entraba a la página. Tuve que intentar varias contraseñas. Algún que otro código de verificación. Pero acá estamos en mi querida Revolución Quemera. Para hablar, claro, de nuestro Huracán.
Lo he intentado varias veces pero el boceto no superaba las 3 o 4 líneas y abandonaba. También, ser negativo, no me gusta. Pero no me siento cómodo haciéndome el indiferente o mirar para un costado. El club no está en un buen momento. Lo mejor, por el lejos, es el fútbol Profesional con un entrenador joven y laburador. Un plantel con varios jugadores propios y refuerzos que llegaron para ser parte de los 11 o 18 que están fin de semana tras fin de semana. El descenso, lejos. Como casi nunca. Ya sabemos que en el 2020 jugaremos otra Copa Internacional. Plantel mas o menos al día.
Lo he intentado varias veces pero el boceto no superaba las 3 o 4 líneas y abandonaba. También, ser negativo, no me gusta. Pero no me siento cómodo haciéndome el indiferente o mirar para un costado. El club no está en un buen momento. Lo mejor, por el lejos, es el fútbol Profesional con un entrenador joven y laburador. Un plantel con varios jugadores propios y refuerzos que llegaron para ser parte de los 11 o 18 que están fin de semana tras fin de semana. El descenso, lejos. Como casi nunca. Ya sabemos que en el 2020 jugaremos otra Copa Internacional. Plantel mas o menos al día.
miércoles, 16 de mayo de 2018
Gustavo
Cinco de local. Así empezaba el camino de Alfaro en el club. Testigo, él (Platea Alcorta), de un penoso resultado en contra, en el Ducó, ante Libertad por la Copa Sudamericana. El flamante entrenador llegaba a la institución ya sin chances de avanzar en una Copa Internacional con un equipo que no era equipo, jugadores líderes peleados con los hinchas y un promedio que asustaba y mucho.
Tarea difícil para Gustavo.
viernes, 23 de marzo de 2018
"Indiferencia..."
Ya ni sé si realmente les importa pero quiero contarles que dejaron pasar la oportunidad de meterse en el corazón del hincha. Tal vez haya sido sin darse cuenta.
Sin malas intenciones, seguramente...
Sin malas intenciones, seguramente...
jueves, 22 de marzo de 2018
#HastaSiempreRené
El 7 de oro y barro
René Houseman fue el símbolo de una época perdida. Ni del todo príncipe ni del todo mendigo, el Hueso, que habría interpretado mejor un personaje de Fontanarrosa o Soriano antes que a los de Mark Twain, ponía y aún pone en jaque el recelo de los detractores de la vieja Buenos Aires, esa ciudad de picados de fútbol en las calles, de almaceneros que fiaban sin pensarlo dos veces y de clubes que reunían a los vecinos entre pelotas, música y cartones de bingo. Así, en blanco y negro, sin lujos, el cáncer de lengua logró robarle la pelota, pero no sin permitirle una última gracia: para partir, eligió un día 22.
El Loco se hizo conocido a fuerza de gambetas, pero, además de cinturas rivales, quebró todos los esquemas que pudo. Tocó el cielo con las manos, pero prefirió quedarse con los pies sobre la tierra. Si había barro, mejor. Mientras el retiro recibió a los campeones del mundo del 78 con oportunidades de todo tipo, él enganchó a medio camino y encaró solito hacia los brazos de su gente. Nunca necesitó más que eso. Y los del otro lado tampoco necesitaron más que su compañía. Como en la cancha, estar rodeado de muchos en un espacio pequeño era su zona de confort.
Tan mundano y atípico fue como ídolo que se ganó la adoración de la gente de Huracán y de Excursionistas en igual medida. En estas épocas en las que el sentido de pertenencia se construye menos por la identidad propia que por las diferencias con el otro, Houseman se calzaba la remera de bastones verdes los sábados y la blanca con el globo los domingos. Fue el único caso de ‘doble camiseta’ avalado por las tribunas argentinas, que suelen reservar los colmillos afilados para esas situaciones. Ni siquiera el cinismo del destino, que enfrentó a quemeros y villeros en una competencia de eliminación directa, le arrebató el cariño de ambas hinchadas.
Como ningún otro, René fue sinónimo de alegría en el mundo del fútbol. Como si un ideal platónico de jugador entrañable, habilidoso y humilde se hubiera personificado en el cuerpo desgarbado de una persona despojada de manías modernas y cargada de vicios antiguos. Sin proponérselo, se distinguió de todos por elegir el partidito con amigos en un terreno sin pasto y pedregoso antes que los escenarios gigantes de acero y hormigón de las grandes ligas. Esa esencia inocentona, barrial y melancólica de Houseman, al que hoy despiden desde los que ya ni peinan canas hasta los millennials y la generación Z, se celebrará en cada reconocimiento de los que lo evocan como lo que, ahora inmortal, sigue siendo, el símbolo de una época perdida.
Matías Hernán Ciancio
René Houseman fue el símbolo de una época perdida. Ni del todo príncipe ni del todo mendigo, el Hueso, que habría interpretado mejor un personaje de Fontanarrosa o Soriano antes que a los de Mark Twain, ponía y aún pone en jaque el recelo de los detractores de la vieja Buenos Aires, esa ciudad de picados de fútbol en las calles, de almaceneros que fiaban sin pensarlo dos veces y de clubes que reunían a los vecinos entre pelotas, música y cartones de bingo. Así, en blanco y negro, sin lujos, el cáncer de lengua logró robarle la pelota, pero no sin permitirle una última gracia: para partir, eligió un día 22.
El Loco se hizo conocido a fuerza de gambetas, pero, además de cinturas rivales, quebró todos los esquemas que pudo. Tocó el cielo con las manos, pero prefirió quedarse con los pies sobre la tierra. Si había barro, mejor. Mientras el retiro recibió a los campeones del mundo del 78 con oportunidades de todo tipo, él enganchó a medio camino y encaró solito hacia los brazos de su gente. Nunca necesitó más que eso. Y los del otro lado tampoco necesitaron más que su compañía. Como en la cancha, estar rodeado de muchos en un espacio pequeño era su zona de confort.
Tan mundano y atípico fue como ídolo que se ganó la adoración de la gente de Huracán y de Excursionistas en igual medida. En estas épocas en las que el sentido de pertenencia se construye menos por la identidad propia que por las diferencias con el otro, Houseman se calzaba la remera de bastones verdes los sábados y la blanca con el globo los domingos. Fue el único caso de ‘doble camiseta’ avalado por las tribunas argentinas, que suelen reservar los colmillos afilados para esas situaciones. Ni siquiera el cinismo del destino, que enfrentó a quemeros y villeros en una competencia de eliminación directa, le arrebató el cariño de ambas hinchadas.
Como ningún otro, René fue sinónimo de alegría en el mundo del fútbol. Como si un ideal platónico de jugador entrañable, habilidoso y humilde se hubiera personificado en el cuerpo desgarbado de una persona despojada de manías modernas y cargada de vicios antiguos. Sin proponérselo, se distinguió de todos por elegir el partidito con amigos en un terreno sin pasto y pedregoso antes que los escenarios gigantes de acero y hormigón de las grandes ligas. Esa esencia inocentona, barrial y melancólica de Houseman, al que hoy despiden desde los que ya ni peinan canas hasta los millennials y la generación Z, se celebrará en cada reconocimiento de los que lo evocan como lo que, ahora inmortal, sigue siendo, el símbolo de una época perdida.
Matías Hernán Ciancio
martes, 3 de octubre de 2017
Preguntas...
Hace unos días, Ramón Ábila habló para la prensa. No es común que el delantero de Huracán recurra a los micrófonos. Pidió algunos cambios y mejoras. Los fanáticos del 9 salieron a bancarlo. Los que no lo quieren, lo tildaron de inoportuno y soberbio. Pero atentos: el buen arranque no tiene que contrastar algunos puntos que necesitan modificarse. Es lindo que la pelota entre (Y QUE SIGA ENTRANDO) pero cuidado: podemos estar mucho mejor.
martes, 20 de junio de 2017
#EleccionesHuracán, Quemeros...
Nos toca a votar. Presidente. Gestión. Manejo de club por tres años. Nos toca votar con mucha responsabilidad. Nos toca votar enojados por el fútbol. La bronca no sirve. El conformismo del pasado, tampoco.
Lamentablemente, las plataformas dicen poco. Sólo un candidato dio ciertos nombres. ¿El resto? Promesas difíciles de cumplir u objetivos olvidados que quieren reflotar.
Todas las listas tienen gente que gusta más y gente que gusta menos. Ninguna, creo yo, tiene un proyecto real y creíble que enamore al socio.
Lamentablemente, las plataformas dicen poco. Sólo un candidato dio ciertos nombres. ¿El resto? Promesas difíciles de cumplir u objetivos olvidados que quieren reflotar.
Todas las listas tienen gente que gusta más y gente que gusta menos. Ninguna, creo yo, tiene un proyecto real y creíble que enamore al socio.