Día del niño
Pantalón cortito
Bolsita de los recuerdos…
Con cinco medias hicimos la pelota
Y aquella misma siesta
Perdimos por un gol…
Chiquillada- Leonardo Favio
Un sábado 9 de agosto cualquiera.
Faltaba poco para el día del Niño.Un Domingo.
Todas las tardes de aquel invierno iba a verlos.
Braezas, creo que se llamaba la casa de deportes contigua a
la sede.
El abuelo era el único que podría comprarlos.
Había que esperar o seguir esperando.
Negros, con la marca Fulvence, tres tiras en v en los
laterales, industria argentina alicaída que presagiaba la entrada de la marca
alemana… Como los de Marchesse, el goleador.
En la Sede: los del hockey sobre patines: el arquero, el
gordo Peña, los hermanos Ziccardi, el Gallego González eran la excusa perfecta
para que luego de admirarlos la “ñata contra el vidrio” empañara la vidriera de
Braezas.
Aquella tarde me animé a preguntar el precio.
Me resisto a la aridez del olvido.
Los Fulvence dejaron dejaron surcos en el “triángulo” de
Pepirí o frente al “Fernet Branca”.
Siempre postergando al “Estanciero”, el “Meccano” o los
“Ladrillitos”.
Estos últimos vendrían- de barro cocido- con la profesión.
Un sábado 9 de agosto cualquiera.
Falta poco para el Día del Niño.
El niño que fui, que soy, que seré.
El que ya sin Fulvences se sorprende con el colorido de los
del Pato Toranzo.
Ese Toranzo que maneja –como Griesa- el default corto o
largo.
Ese Toranzo que coloca pases dólares blue a pesar del cepo
cambiario azul celeste para que se filtren Espinoza,Milla o el Pity
Del “Viejo Almacén” de Domínguez y Arano al nuevo mini súper
de Sotelo y el Pity.
La camiseta blanca parece Unen. Por ahora todos tiran para el
mismo lado.
Kudelka-Binner, en silencio, arman su política: presión,
toque, velocidad, precisión.
La camiseta blanca no tiene ni el naranja publicitario de la
lluvia de afiches de Scioli. Que suerte.
El azul celeste de Temperley no sale a buscar un “waiver”
con los bonistas de Huracán y así anticipa la cláusula Rufo de la
goleada.
Pero estas palabras de adulto no empañan la alegría del niño
que soy.
El Pity Martínez juega con botines negros… casi como mis
Fulvence.
Arq. Marcial
Sarrías para Revolución Quemera