viernes, 11 de octubre de 2013

La Previa, Por Juan Rey

Comenzó su caminata por Colonia reviviendo aquella vieja promesa de no me olvides” que nunca tuvo el valor de hacerle. El sol se hacía notar en los cielos del sur, por lo que el tenor rojo de sus ojos bien podía ser fruto de una inadecuada protección. En su interior sabía que nada estaba más lejos de la realidad.
            Hoy era su día. Sabía que muchos, muchos otros estarían en su misma situación, pero él confiaba ciegamente en su valor agregado que lo hacía distintivo, diferente, único. No terminaba de entender bien qué era, ni creía que nadie pudiera explicarlo…era como un don que le había sido otorgado por vaya uno a saber quién. El caso es que esa reflexión le llevó menos de media calle, porque casi al terminar de cruzar Caseros ya estaba pensando nuevamente en ella.
            Tenía todo lo que un hombre querría, o por lo menos, lo que él querría. El pelo castaño que le descendía onduladamente hasta los hombros (siempre y cuando no lo llevara recogido), combinaba de forma asombrosa con sus ojos verdes. Fruto de su obsesiva devoción había llegado a notar que bajo la pupila derecha tenía una especie de peca, no creía que ningún otro supiera eso, y constituía una especie de secreto que mantenía con ella (aunque la susodicha jamás se enterara). Nunca había llegado a ver más abajo. Suponía que sería esbelta, que aunque no tuviera nada exuberante le resultaría extremadamente sensual. Por un momento logró volver de su abstracción y comenzó a reconocer, pese a su aguda miopía, la silueta del palacio Ducó… “Y encima es de Huracán se dijo. Hoy era su día.
             Recordó ocasiones pasadas en que la timidez acabó por desbordarlo. Sabía que era simpático, que tenía un no se qué que solía impactar de forma positiva con todo el mundo. Pero con ella no podía. Quizás hubiera sido víctima de algún conjuro inhibitorio, o por ahí se trataba de una terrible paradoja del destino, lo cierto es que  en nunca había logrado decirle más que las palabras necesarias. No había podido canalizar esa magia que tenía para ofrecer, esa poesía que sabía dejar fluir libremente por su boca como si los espíritus de  Neruda o García Lorca por un momento poseyeran los rincones más creativos de su mente. Hoy sería distinto. Ya se imaginaba cautivándola con las más apasionadas aventuras, intrigándola con los cuentos más misteriosos, deslumbrándola con los finales más inesperados, y, sobre todo,  enamorándola con esa forma tan suya de hilvanar las palabras.  No sabría si empezar preguntándole el nombre, si realizar algún chiste malo sobre el presente del club de sus amores, o si hacer alguna ingeniosa mención acerca del barrio del que ambos eran devotos. No lo sabía y había decidido no planearlo. En realidad había planeado tantas cosas que no lograba dilucidar cuál le parecía más eficaz, por lo que ese pequeño porcentaje era el único que había dejado librado al azar.
            Las cuadras se sucedieron con una velocidad asombrosamente lenta hasta llegar a Amancio Alcorta. Allí, a solo unos metros, se encontraba también toda esa caterva de buitres que se acercaría perniciosamente a su amor. Cada vez que ella sonreía ante las palabras de otro hombre las dudas carcomían sus entrañas. Comprendía que sus destinos estaban ligados, pero temía que ella todavía no lo supiera, y que se viera engatusada por las viles intenciones de cualquiera de sus rivales. Lentamente se fue acercando. El sudor en sus manos corría con una velocidad directamente proporcional a la cercanía de su amada. Notaba que su cara estaba tomando un color ligeramente bordó, pero esta vez sería distinto. De repente todo se volvió gris.
            Cuando volvió en sí, ya a pocos metros de su casa, no lo podía creer. No cabía en sí mismo de bronca, no lograba encontrar explicaciones racionales para tamaño fracaso. Recordó con inconmensurable vergüenza que no había sido capaz de torcer el destino, que cuando la tuvo frente a frente no alcanzó a emitir más palabras que las de costumbre: Una general visitante, por favor”.


Juan Rey, para Revolución Quemera.