El equipo de Revolución Quemera me pidió que escriba un cierre 2013. Recordé
cómo pasé mi regreso a Huracán, aunque siempre estuve, pero viví un tiempo
afuera. Nací y me crié en la placita José C. Paz. Mi hermano jugó acá, el club lo
contuvo cuando éramos chicos y siempre estaré agradecida. Mis amigos de toda la
vida, mis alegrías y tristezas, las viví acá. Siempre supe que cuando pudiera,
iba a tratar de ayudar. Esta historia empieza así:
Una mañana de abril, con un
calor arrasador en Tijuana el turco estaba como siempre, listo para el desayuno
y para entrenar. Ya había salido campeón local y quería la Copa Libertadores.
Enfocado en llevar al máximo a un equipo ignoto, cuyo dueño tenía 29 años. Luego
de quedar afuera contra el campeón Mineiro, triste pero satisfecho, ya había
comprado su última valija, estaba volviendo a casa con su familia. Su felicidad
tenía fecha: el 6 de junio sería Director Técnico del club de sus amores. Cualquiera
que lo haya visto ese día con los ojos luminosos diciendo: “Estoy donde
quiero estar”, no puede haber sentido otra cosa que un pellizco en el corazón. El
capítulo fútbol no terminó bien; pero es impensable que haya venido a hacerle
mal al club que tiene un polideportivo con el nombre de su hijo que lo cuida
desde el cielo, donde está su familia. Irse
en el momento adecuado es quedarse para siempre. A veces cuidar a lo que más
queremos de uno mismo, es el más puro acto de amor.
Un frío sábado de agosto, fui a un entrenamiento cámara en mano a
relevar material para mi libro junto a otros periodistas. Chapu de Marketing me
recibió con una calidez increíble, como si me conociera de toda la vida. Fernando,
el Secretario General, me invitó a una reunión. 3 días después llegué a la Sede, hablé con el Presidente
y luego de escucharnos, me salió del alma: “Voy a estar acá para ayudar. Entre todos vamos
a poner a Huracán en el lugar más alto.” En esa reunión conocí a muchos. Descubrí
gente comprometida que sabe que lo único importante es lo que somos. Y lo que
somos, nada tiene que ver con lo que tenemos. Jamás me import Lo único que me interesaba es que realmente
quisieran lo mejor para el Club que amo y creo que es muy bueno disentir. El 8
de agosto se firmó el contrato con el Banco Ciudad. Hernán, tesorero del club, corría
para llegar a AFA a inscribir al último refuerzo que pidió el DT. ó si eran oficialistas u opositores.
Llegaron las 11 estrellas,
los terrenos del gas, la condonación de la deuda de ABL, la renovación de la
quemita, los vestuarios de hockey, las canchas de césped sintético, las redes,
el paredón, un programa de socios incluyendo grupos familiares, posicionamiento
internacional, tecnología, el plan para volver al lugar que nos corresponde. Salió
la camiseta de Francisco con el número 1 y la del Padre Pepe, la 10, jugador de
toda la cancha: luchó contra el flagelo del paco en la villa 21 hasta que fue trasladado.
Pero volvió. Los buenos siempre vuelven. Huracán somos todos y los socios
queremos respeto, paz, no violencia y volver a los valores de cuando éramos
chicos.
El primer día de Octubre,
cuando la primavera se negaba a asomar, el que salió por la puerta grande Azteca,
aquí en su casa cayó bajo el puñal “nadie es profeta en su tierra”. Caminé incontables
cuadras llorando con mi hermano cuidándome. Como a vos, me gobernaba la tristeza,
la impotencia de no entender por qué nos pasaba eso.
Huracán te atraviesa,
plagado de historias mínimas que son las máximas: es Lucas, quien con su mamá
cuida el baño de damas en la platea y me hizo una pulserita; quienes no lo ven
con el corazón, creen que tiene una discapacidad; pobres ellos, es uno de los
seres más capaces de amar que he conocido. Es Lauti, el nietito de R. Martínez,
que un día me vio triste y dijo: -¿Te puedo dar un beso, Mar?; es un jugador
que hace un gol y mira hacia arriba dedicándoselo a su papá en el cielo y una
madre que cuenta que su hijo “lleva 3 meses limpio, progresa” mientras
lloramos juntas.
Llegamos a Diciembre, hubo elecciones
de asambleístas. Gano Huracán porque los socios participaron, aunque poco. Con Gustavo
Mendelovich, un independiente que consiguió los Terrenos del Gas, 12.000 metros cuadrados
para escuela, polideportivo y estacionamientos, cuando nos conocimos supimos
que éramos gente de trabajo, de gestión, que quiere unir. Nuestros esposos
también se llevaron genial desde el primer día y así empezamos a conseguir un
imposible tras otro. Me repetía: “Sos distinta. Vos sos distinta”. Creo que
todos somos distintos. Todos podemos hacer la diferencia. Sólo hay que vencer
el miedo.
¿Cómo tanta ilusión puede terminar con tristeza? Recordé a los hermanos Wright, Wilbur y Orville, pioneros de aviación. ¿Sabías que eran fabricantes de bicicletas? Antes de poder volar, cayeron muchas veces. Casi se matan. Con esfuerzo, constancia y mucha fe, lo lograron.
Tenemos algo único: barrio, amor
y fuerza inagotables. Gente con ganas de honrar estos 105 años y celebrar cada
pequeño gran logro. Un gran entrenador y mejor persona, Frank Darío Kudelka,
que terminó la primera parte del torneo a puro esfuerzo. Tenemos la bicicleta, nos falta volar.
"Somos lo que somos, lo que queremos ser”, le digo a
Juancho Peñalba, periodista y actor. Hacete socio, regalá a tu gente el carnet
de Huracán para Navidad. Vos podés sumar unidad y socios comprometidos. “Sos ese 5 que
raspa y corta en el medio de la cancha; un aporte silencioso, humilde, preciso
y decidido a hacer que las cosas sucedan”. Todos podemos ser el mejor 5 de esta historia.
Lo más importante que Huracán tiene es a Vos.
Ningún
vuelo es fácil. Menos aún el vuelo a la gloria.
¡Feliz Navidad y un mejor
2014! Gracias por tanto Amor.
Mar, @marinamendez