lunes, 10 de noviembre de 2014

La Previa, por #MSarrías

29.14 
Tiene su paradoja la lectura de los números.
Hace ya años ENTEL nos presentaba nuestro número telefónico con seis dígitos, que se leían de a pares.
Así: noventa y uno (la vieja “característica”), continuando de a uno por vez: cinco, uno, siete, cinco.

Con la incorporación de la telefonía celular, uno que ya supera los ’60, mantiene ese esquema: quince, cinco o seis, ocho seis, ocho seis.
La “recarga” es un problema.El empleado –joven- del locutorio repite los mismos de acuerdo a su impronta generacional.
Ciento cincuenta y cinco…ochenta seis…ochenta seis o ciento cincuenta, ochocientos sesenta y ocho…seis.
Las neuronas se agitan menos y uno debe esforzarse para acatar su decisión.
Esta absurda introducción numérica iniciará este breve relato.

Patagones era 29.14.
No dos mil novecientos catorce.
Allí paraba el 118.
Era la casa más linda de la cuadra.Palabra de arquitecto.
Entre Zabaleta y Monteagudo.
Hacia el sur, el lado pobre después de Av. Caseros.
A metros del Glorioso Parque de los Patricios.
Eclecticismo puro.
Fachada italianizante con dos balcones afrancesados con herrería cuasi española.
Corto zaguán con mármol de Carrara, puerta cancel de vidrio repartido y cortinas al crochet tipo visillo.
Hall de distribución con importante vitraux que comunicaba con el comedor y el escritorio (los dos balcones franceses eran su iluminación y ventilación).
Y el patio.
Y la pulpo que rompía revoques, plantas y macetas.
Y la Quita que se enojaba.
Y el abuelo que consentía.
Y el raspón de la caída que ardía…
La cocina chica, el lavadero descubierto, los baños al fondo, las piezas de la distribución “chorizo”, inmensas, con su encerada pinotea.
Sólo después de los doce, con los largos y la secundaria, tuve acceso al cuarto de arriba.
Junto a la terraza y al limonero.
El limonero de Francisco, el vecino gordo, al que medianera por medio “ meábamos” con Pipa para no tener que bajar a los baños  mientras estudiábamos el “inglés” de la teacher Betty.
No queda nada del 29.14.
Sólo al fondo y a través del cerco de obra de chapa oxidada se dejan ver restos de azulejos carmín de la cocina que sobrevivieron a la demolición.
Demolieron mi niñez, no mi recuerdo.
La vida es lo por venir, no lo que fue.
Lo que fue, lo que ocurrió naturalmente existe pero lo que nos hace vivir y querer la vida es el futuro… y el futuro se construye con proyectos.

Ojalá no demuelan a Huracán, debemos aportar proyectos.

Arq. Marcial Sarrías, para revolución Quemera