miércoles, 10 de diciembre de 2014

Los puntajes, por Agustín Macri

El lenguaje…
Esa esencia que subyace a todas las formas. Transparente, creadora y vanidosa, pues se supone capaz de adjudicarle algún calificativo a algo tan profundo como un sentimiento. Profundo… Sentimiento… Palabras…

Sentimientos… Capaces de llevar hasta el paroxismo toda nuestra condición animal, de sublimar todo tipo de angustia y convertirla en un grito de gol. Nada más indefinible, y a la vez infinito que un sentimiento. Indescriptible, imposible de explicar con palabras… 

"Para mi Huracán es todo"...
El lenguaje nos antecede, es decir que tiene lugar antes de nuestra existencia. Todo es lenguaje, pues es imposible pensar en algo –objeto, persona o cualquier cosa existente– sin adjudicarle una palabra o expresión que lo caracterice. En los quemeros, el todo tiene otra forma o aplicación distinta llamada Huracán. TODO es HURACÁN en nuestras vidas pues, a pesar de que –al igual que el lenguaje– fue creado mucho antes de nuestro nacimiento y seguirá vivo tras nuestra partida, se encuentra en cada uno de los aspectos y momentos de nuestra vida. De hecho, es imposible que concibamos a la vida sin el globo y sin el lenguaje. La existencia perdería su carácter propio, y sería otra cosa; es por eso que para nosotros está estrechamente ligado a la totalidad. 

Levantarse e imaginarse un idilio imposible. Ausentarse de la realidad por un momento para pensar en el próximo partido, en la siguiente ocasión en la que te pondrás estos colores y partirás rumbo a un lugar físico –El Ducó– pero también hacia un estado mental de abstracción, en el que te desconectas de todo tipo de contratiempos y te abocas exclusivamente a Huracán.

Auriculares y carnet en mano, partía rumbo a otro sueño. Si, sé que el ascenso es una obligación, pero cada jornada en el Ducó para mí es un sueño, un privilegio que puedo darme. Arribé al estadio una hora antes, y la tribuna Bonavena lucía repleta. “Dale campeón” vociferaban más de 35.000 quemeros. Todo estaba revestido de perfección. Un aire de ensueño atravesaba el palacio Ducó.

A lo largo del partido, la energía de la gente fue vital para los jugadores, que se desempeñaron con una intensidad notable, aplastando a un débil Independiente de Mendoza. Da la sensación de que Huracán jugando a este nivel, es más que Atlético Tucumán, rival con quien desempatará para jugar en primera; pero los partidos hay que jugarlos, entendiendo que se pueden presentar distintas variables –futbolísticas y extrafutbolísticas- que impidan que todo salga como queremos.

Estamos ante la oportunidad de codearnos con el estadío máximo del fútbol: pertenecer a la primera categoría, ser campeones y jugar la Copa Libertadores. Es lógico y entendible que percibamos al próximo escalón como el más difícil, el escollo que puede dejarnos sin nada. Y en un punto es cierto, pero también Crucero del Norte, Santamarina, All Boys, Independiente Rivadavia y el mismo Atlético Tucumán fueron obstáculos que supimos superar y que nos dieron la chance de llegar a este desempate. Es decir que todas fueron finales. Ésta, al fin y al cabo, es una más. 

Debemos tener en claro nuestras capacidades, confiando en estos jugadores, que por momentos nos demostraron su apatía y por otros lograron superar a otros planteles que a priori son de elite –Estudiantes y Boca, por ejemplo–. Aunque nos cueste decirlo, este plantel nos dio una estrella luego de 41 años, y eso es un hecho para destacar.

De nada sirve intentar modificar algo que ya sucedió –la cama a Kudelka– , es por eso que no tenemos otra alternativa que mirar hacia adelante y pensar que esto se trata de ir atravesando momentos y superarlos. Seguir dando pasos, caminando siempre hacia adelante. Equivocándose, es cierto, pero dándose la oportunidad de volver a empezar. Estamos ante una oportunidad única, y no sólo será indispensable ganar el próximo partido, sino también seguir sumando socios y construir un sentido de pertenencia sólido, que permita que Huracán se aferre definitivamente a la primera división y no se vaya nunca más. 

Quemero, te lo digo de corazón: no hay nada más lindo que asociarte a tu club, sentir que sos parte, que tenés voz y voto. ¿Que serían los clubes sin sus socios? En fin, creo que tenemos el desafío de dar un giro de ciento ochenta grados, y para ello es necesario que aquellos que se distanciaron del club, vuelvan a hacerlo. Sigamos avanzando, pues se vienen recuerdos que jamás olvidaremos.

Antes de puntuar a los jugadores, quiero destacar la tarea de Néstor Apuzzo, que supo encontrar las variantes tácticas y además logró concebir un discurso motivador, que fue tomado y sentido por el plantel.

Díaz: 6 – Con sólo dos intervenciones –notables, por cierto– demostró que la algarabía post título no le nubló la vista, y sigue manteniendo aquellas condiciones notables con las que supo ganarse al público. 
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Mancinelli: 6 – Casi no sufrió en su sector, clausurando con providencia las aproximaciones del conjunto mendocino. A diferencia de otros encuentros, colaboró en la ofensiva y dio una asistencia precisa que Wanchope transformó en gol. En una posición que no es la suya, nos hizo olvidar de Mandarino. 
Erramuspe: 6 – Atento y ágil para relevar, sólido en el mano a mano, inteligente para bajar las revoluciones y no extralimitarse en la fuerza, prolijo y al mismo tiempo firme para salir a presionar. Con mucha confianza, demostró que puede lucirse y que está en condiciones de ser titular en primera. 
Domínguez: 6 – Utilizó su experiencia para serenar y ordenar a la última línea, que lució compenetrada, fruto de un buen entendimiento entre los cuatro integrantes de la misma. Otro buen encuentro de Eduardo, que supo cubrir con mucha efectividad las espaldas de Sotelo, quien por momentos se vio desbordado por los atacantes del conjunto dirigido por Garnero. 
Sotelo: 5 – El más flojo de la defensa. Su sector fue el más vulnerado, ya que Martínez se abocó más a la generación de juego y permitió que Independiente tenga superioridad numérica –el famoso "dos - uno"– sobre la banda izquierda del globo. 
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Vilarruel: 6 – Como en toda la era Apuzzo, jugó sobre la banda derecha, apoyando a Mancinelli en las coberturas y cumpliendo su papel habitual en la distribución del balón. En una tarde soñada para el globo, fue el más impreciso –es cierto que esta vez la vara fue muy alta– del mediocampo. No hay dudas de que su desempeño a lo largo del campeonato fue más que regular, cumpliendo con creces su tarea y llevando adelante un papel fundamental para el equipo. 
Vismara: 8 – Gran partido del ex Instituto, que manejó los tiempos del mediocampo, recuperando el balón e iniciando la distribución del mismo. Sacrificada tarea del cinco del globo, que esta vez se destacó por el compromiso y la entrega con el equipo. Lo necesitamos en esta forma. 
Toranzo: 9 – Desplegó toda su amplia gama de recursos, completando un partido notable. Aprovechando el desorden y los espacios que se generaban en los últimos metros de Independiente, manejó los hilos del equipo, distribuyendo el balón, maniobrando los movimientos ofensivos y asistiendo con pases precisos. Además, conectó dos remates que pudieron haber ampliado el marcador: el primero fue tapado por Scapparoni, mientras que el segundo se fue apenas desviado. Actuación deluxe del Pato. 
Martínez: 7 – Junto con Toranzo, Espinoza y Ábila se conectaron a la perfección, dejando a la vista la fragilidad defensiva de un pasivo Independiente Rivadavia. Si bien aportó la explosión de siempre, tuvo algunos inconvenientes para recorrer toda la banda y socorrer a Sotelo en la marcación. En el desempate, deberá dar el máximo y cumplir los dos roles –tanto el ofensivo, como el defensivo–. 
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Espinoza: 7 – Apareció por todos los sectores de la cancha y jamás fue una referencia de marca para los defensores del conjunto mendocino, que nunca pudieron con el vertiginoso delantero del globo. A lo largo del campeonato, el pibe no sólo se ha destacado por su destreza y su habilidad, sino también por su compromiso y su amor por esta camiseta. 
Ábila: 10 – Partido perfecto para Wanchope, que marcó su primer hat-trick desde que viste estos colores. En el primer tanto, utilizó su olfato goleador para aparecer por sorpresa y empujar el balón; mientras que en el segundo y en el tercero, exhibió toda su extravagancia para definir por encima del arquero. El ex Instituto por momentos es un tanto impulsivo y desprolijo, pero por otros demuestra toda su calidad. Podríamos definirlo como un delantero efectivo y dotado de una buena técnica; pero al mismo tiempo un tanto inestable e irregular. Con estos tres tantos, se convirtió en el goleador de la B Nacional –recordemos que también es el goleador histórico de la Copa Argentina–.