El globo no pudo ante Universitario de Sucre, y complicó sus
chances de acceder a la próxima ronda de la Copa Libertadores.
Cuando los resultados son desfavorables,
comienzan a correrse los velos y quedan expuestas todas las miserias y los
errores que, hace unas semanas atrás, cuando la pelota entraba, habíamos intentado negar. Todos sabíamos
que la comisión directiva no había cumplido con su parte, que es la de reforzar
el equipo con los nombres que se le solicitaron (la mayoría de estos eran accesibles), además de dejar de lado otras áreas, como lo social (jamás
idearon una campaña de socios acorde al momento que estábamos viviendo), y el
resto de las disciplinas que se practican en la institución.
Demasiados errores en las cuatro patas con las que se
sostiene un club (comisión directiva, cuerpo técnico, jugadores e hinchas), derivaron
en este momento de discordia, puesto que aún son muchos los que se atienen a
lo sucedido en el pasado reciente (aquel trágico 1 de noviembre) y no pueden
ver todo lo que hemos desaprovechado. ¿Creen que el hecho de que Huracán haya
dado un giro de 180 grados en lo futbolístico justifica que se deje de lado la posibilidad de
seguir avanzando? ¿El hecho de lograr algo significa que por más daño que le propinen al club de ahora en más, estarán condonados? ¿En qué nos hemos convertido? ¿Qué clase de institución queremos
ser?
Aquellos que aún siguen sujetados al pasado, y que no pueden desligarse de
aquello, ¿qué objetarían si les digo que Huracán, luego de esa derrota ante
Sportivo Belgrano, se consagró campeón, accedió a la Copa Libertadores y a
pesar de todo no logró sumar una buena cantidad de socios? ¿Por qué nos duele
reconocernos también como una de las partes responsables? Si al fin y al cabo,
el hincha es el principal motor con el que contamos. Un club sin una masa
societaria importante, sin compromiso ni sentido político ¿puede generar un
espacio alternativo? ¿O siempre seguirá dependiendo de una billetera que se
presenta como generosa, y que por detentar ese poder, tendrá la facultad para tomar todas las
decisiones? ¿A qué tipo de progreso apuntamos? ¿Hacia dónde vamos?
¿Creen que podemos seguir dependiendo de casualidades, de futbolistas que se
inspiren, de buenas voluntades que terminan en soledad bajo la lluvia de
Londres; o de los egos de cada uno de los que conducen los hilos del club? Interrogantes que surgen, y que permiten
representar a un Huracán que salió del síntoma, pero que aún padece la misma
enfermedad.
Dicho esto, el partido de ayer parecería tomar una relevancia
inferior, sin embargo, es preciso analizar varios aspectos de lo que dejó el
mismo; y en esta ocasión no puedo dejar de puntualizar en el entrenador, que no
supo anticiparse a las acciones, y planteó un equipo para jugar contra un combinado
que desde su perspectiva nos saldría a jugar de igual a igual, y eso jamás tuvo
lugar, porque el conjunto boliviano se replegó en el campo, cerró bien los
espacios y aguantó el resultado. Además, improvisó con Echeverría de lateral
izquierdo, quien terminó siendo uno de los máximos responsables en el tanto de
“los rojos”. Desde un principio todos sabíamos que Universitario iba a poner
cinco defensores en cancha, por lo que no tuvo sentido alguno jugar con cuatro
defensores, y más teniendo en cuenta que los cuatro eran zagueros que, como se
esperaba, no aportaron nada en los últimos metros.
Huracán mereció el triunfo, no hay dudas, pero el
inconveniente no radica en los merecimientos, sino más bien en los métodos que
utilizó el globo para buscar el partido; además de la falta de ritmo que volvió
a mostrar, dejando en evidencia la escasa preparación física, y la sobreexigencia
a la que fueron sometidos algunos jugadores, que deben jugar cada tres días (en
otros equipos, quizás, esto sería factible. Huracán está muy lejos de eso). El
hecho de poner cuatro defensores centrales en cancha, terminó resultando más
negativo de lo que se esperaba, porque el globo utilizó buena parte del
encuentro para lateralizar el balón en la última línea y encontrar algún espacio por el cual
filtrarse. Cuando pudo asentarse en campo rival, careció de ideas y de
intensidad para abrir el campo, aprovechar los espacios y desgastar al rival, y abusó de los centros a
Ramón Ábila. Ya con la ventaja, tampoco supo
defenderse y en la primera acción en la que el visitante se decidió a atacar,
urgido por la necesidad de poner el marcador en tablas, encontró mal parado a
toda la última línea y al arquero, e igualó el tanteador.
Luego, todo fue desesperación para el equipo de Apuzzo, que
en el ocaso del encuentro intentó reivindicarse de todo lo que no había logrado
hacer en los primeros 70 minutos, pero se le hizo cuesta arriba y todo terminó diluyéndose en un aquelarre de
imprecisiones, gritos, silbidos, peticiones e insultos al entrenador, a Dios, y
a los once que visten nuestros colores.
Con el apoyo de Mftatto, los puntajes del empate del globo:
Díaz: 4 – En la única jugada en la que lo interpelaron,
quedó a mitad de camino, y no logró responder correctamente, siendo, entonces,
uno de los responsables del tanto del conjunto boliviano.
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Mancinelli: 4 – Sin destacarse en ninguna fasceta del juego,
fue el más atinado de la defensa, y quien más dinámica ofreció. El partido exigía una participación por demás sacrificada de los
laterales, y este no fue el caso.
Nervo: 4 – Floja tarea del zaguero, que nuevamente volvió a
dejar más dudas que certezas, y se ganó la desaprobación unánime de los
quemeros, que le exigían más a un jugador que venía de ser titular en un equipo
que había conseguido tres títulos en la primera división argentina (Arsenal).
En el gol de Universitario, fue parte del caos de la última línea, y centró su
atención en el balón y no en el jugador que intentaba filtrarse. Luego, en el
resto del encuentro, no logró comprender lo que el partido pedía, y sólo se
limitó a lateralizar el juego. Los errores que se reiteran, principalmente en
partidos decisivos, le quitaron casi todo el crédito con la gente, no así con el entrenador.
Domínguez: 4 – Inerte partido de Eduardo, que no pudo hacer
pesar su experiencia, y se perdió en el desconcierto general del partido. En
esta ocasión, no logró exhibir la providencia a la que nos tiene acostumbrados,
abusó de cesiones largas a cualquier parte, y quedó muy mal parado en el tanto
del rival.
Echeverría: 3 – Desde un principio se esperaba que un
zaguero derecho no se sentiría cómodo en la posición de lateral izquierdo, pero
esto se vio potenciado con el correr de los minutos, puesto que el ex Brown de
Adrogué jamás supo llevar a cabo las obligaciones del puesto, y cometió
falencias de principiante. En el gol, no supo leer la jugada y dejó habilitado
a Suárez.
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Villarruel: 4 – Jugó recostado sobre la derecha, y no se
destacó ni en la creación ni en la recuperación. Lució un tanto agotado, por lo
que no pudo ofrecer la intensidad de siempre y terminó desdibujándose.
Vismara: 9 – Amo y señor del mediocampo. Tuvo un rol
integral, cual “mediocampista todoterreno”, en el que debió recuperar el balón
en todos los sectores de la cancha, y ante la apatía de Toranzo y Villarruel, también debió hacerse cargo de la distribución del balón y lo hizo con claridad,
simpleza y precisión. La figura del partido.
Gamarra: 4 – Esta versión 2015 no fue la mejor para el Kaku,
que debe tomar las riendas del equipo cuando Toranzo cae en lagunas (cada vez
más frecuentemente) y aún no parece estar capacitado para hacerlo. Por momentos
muestra destellos de su calidad, pero se apaga rápidamente. La falta de
variantes obligaron a Apuzzo a incluirlo en ese puesto en el que jamás se
sintió cómodo, y en el que se ve limitado, cumpliendo una función bastante
disímil a la que siempre desarrolló en inferiores.
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Toranzo: 4 – Tenue actuación del Pato, no sólo en lo futbolístico,
sino que cuando no está fino con el balón en los pies, decae también su actitud
y su ritmo, y comienza a fallar hasta en las acciones más simples. Ni siquiera
tuvo precisión a la hora de ejecutar los balones parados.
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Puch: 4 – Le pesó el partido y la titularidad a Edson, que
venía de una lesión, y que se diluyó en la premura y en el ímpetu desbocado del
equipo, que buscaba el triunfo. Apenas algunas apariciones, jugadas bien iniciadas, pero mal finalizadas,
y centros sin destino. A pesar de todo, es un jugador de jerarquía, que debe
agarrar ritmo, y para ello no puede salir del once titular.
Ábila: 6 – Buen partido de Wanchope, quien ya venía anunciando
su cercanía con el gol. En soledad, el ex Instituto aprovecha los errores
contrarios y le saca el máximo rédito posible. Sería ingenuo decir que su única
virtud es la suerte, ya que es astuto para ganarle la posición a los rivales, y
sabe en qué lugares debe ubicarse para sacar mejor provecho. En la segunda
mitad decayó, pero en líneas generales fue uno de los puntos altos de la noche.