Figuritas
Circulares.
De cuatro centímetros de
diámetro.
De cartulina rígida. En
colores.
Con la formación de los
equipos de Primera.
En “paquetitos” de papel que
albergaban cuatro o cinco de ellas.
A su vez, “contenidas” en
cajas de cartón.
El buen quiosquero permitía
elegir de los extremos o del centro si uno podía comprar tres paquetes o más.
Las pegaba en el álbum (costo
aparte) con engrudo.
Tres partes de agua, una
parte de harina.
Lo lúdico, diría un
psicopedagogo, apareció con las “repetidas”.
Podía ser el “punto”, el
“espejito” o derribarlo, el “puchero” o la “tapadita”.
El trueque – regido por las
condiciones de mercado o “viveza” del individuo (nada ha cambiado): tres por
una, diez por una, si era “difícil” y a adherirse al tan ansiado álbum que prometía
la pelota de cuero tan querida.
Había que completarlo en su
totalidad. Una utopía.
Jugar la “punto” consistía en
llegar lo más cercano posible a la pared contraria desde el cordón de la vereda
– sin pisarlo y mirando que el “trole” no se acercara demasiado. Había que
superar el “tiro” del rival. El ganador acumulaba de a uno su logro.
Al “espejito” había que
adosarlo a la pared en forma perpendicular al piso con una leve oblicuidad.
Voltearlo con un tiro plano
era cuestión de puntería o suerte y podía alcanzar una acumulación grande de
figus si esto no se conseguía rápidamente.
La adrenalina se
manifestaba en su totalidad al
desconocer la calidad de figurita que arrojaba el rival y la acumulación de las
mismas al fallar en los intentos.
También aceleraba las
pulsaciones el “puchero”.
Luego de apoyar la ansiada
redondez de la cartulina desde el muro desde una altura aproximada de un metro
cincuenta, al dejarla caer la misma debería tocar la que yacía en el suelo
–volcada previamente-.
Si así ocurría uno podía
levantar todas las otras figus que el contrincante no había podido “tapar”.
Estaban las “difíciles”. Por
cierto difíciles de conseguir.
Las que por pura casualidad podrían
aparecer en algún paquete.
Había que probar de comprar
en distintos barrios o esperar el trueque con algún desprevenido.
Hablo de cincuenta años atrás…
Pero… las figuritas vuelven.
Volvió “Toranzo”… una de las “difíciles” y marcó el camino en el triunfo
de regreso al Ducó.
Encontré a “Defederico”, otra difícil de hallar…
una que esperaba hace bastante tiempo… desde el 2009 precisamente…
Todavía me faltan muchas…
Estoy en el camino, trataremos de llenar el álbum, el
premio será ascender.
Arq. Marcial Sarrìas para Revoluciòn Quemera
Arq. Marcial Sarrìas para Revoluciòn Quemera
Atento el arquitecto. Contento también: ganó Huracán. |