Imposible
Es
imposible que ascendamos. Vos lo sabés, yo lo sé, todos lo sabemos.
Así,
directamente. Imposible.
Tan
imposible como hubiera resultado hace 2000 años, en la antigüedad, pensar que
alguien alguna vez hubiera podido poner un pie en la luna. Y todavía más
imposible que levantar una construcción humana que desde allí fuera visible.
Imposible
como alguna vez fue subir el Monte Everest.
Imposible
como lograr iluminarnos en la oscuridad, cuando el sol se ha puesto.
Imposible
como les parecería a nuestros bisabuelos contactarnos con un amigo que se
encuentra en cualquier otra parte del mundo, hablándole cara a cara y sin
“delay”.
Imposible
como le decían a Da Vinci que era que el hombre vuele.
¿Quién pone
el límite de las posibilidades?
Estamos
ante un mundo de paradigmas, que ansían ser rotos y reestructurados. Imposible
es todo, hasta que el primero lo logra. Y muchas veces, ese no es el más
poderoso, el de más renombre, sino el que tiene el inconmensurable valor de la
humildad.
Imposible,
lo que se dice imposible, es lograr un resultado individualmente, sin un equipo
de trabajo, sin un grupo que banque buenas y malas.
Imposible
es navegar en un barco sin un rumbo fijo, sin un capitán que lo marque.
Imposible
es no emocionarse con ustedes, jugadores, cuando lloran con nosotros.
Imposible
es no reconocer que los hinchas de Huracán somos especiales.
Imposible
era habiendo perdido 7 de los primeros 10 soñar con estar siquiera en mitad de
tabla.
Imposible
era descontarle todos estos puntos a Independiente.
Imposible
era llegar al desempate.
Es
imposible que ascendamos. Yo lo sé, vos lo sabés, todos lo sabemos. Pero ya
está, lo posible ya se acabó. Ahora vamos por lo imposible.