domingo, 8 de junio de 2014

La Previa, por Juan Rey

Casi la una de la madrugada en Buenos Aires. El insomnio perfectamente podría ser producido por la final que se disputará este fin de semana. Varias Horas menos en San Antonio. Allí, a miles de kilómetros de distancia, también se juega una final. Es el primer partido de la definición entre los Heats de Miami (bicampeón), y los experimentados Spurs (con nuestro Ginóbili). El partido venía parejo, los visitantes lograban una mínima luz de ventaja, cuando sobre el final del partido ocurre algo digno de reconocimiento. Lebron James, la figura entre las figuras del equipo de Florida, se lesiona y tiene que ser reemplazado. No puede abandonar la cancha por sus propios medios, con lo que debe ser ayudado para retirarse. La parcialidad local, que había silbado sistemáticamente a la estrella de Miami cada vez que se dispuso a lanzar un tiro libre, lo despide con una perfecta ovación, digna del notable jugador que es.

En paralelo, pero mucho más cerca, en Mar del Plata, también es hora de finales. Peñarol busca recuperar el título de la Liga Nacional frente al Regatas correntino. Lo logra, con un partido sensacional de su base (Facundo Campazzo). Los hinchas locales colmaron en polideportivo de la feliz viviendo una real fiesta. Todo el estadio canta, pero aquí otro detalle que cautiva mi atención. Son cantos genuinos, impulsados por grupos distintos de amigos o familias. Provienen de cualquier dirección del estadio. Nadie monopoliza lo que debe hacerse o decirse. La celebración es completa.

El domingo a las 15 se define nuestro año y nuestro futuro (como hinchas y quemeros, claro está). El panorama, es sensiblemente distinto. La suspicacia, a la orden del día. El dinero sucio de los políticos, empresarios y “allegados”, que nadie puede decir que circula, y mucho menos los que tienen que investigar y juzgar, también. Dicen que nunca sanearemos el fútbol porque “la cultura nuestra es así y no se puede cambiar”, que me expliquen entonces cuán distinta puede ser nuestra “cultura” respecto de la de los hinchas marplatenses. ¿Es, entonces, esta cultura per se el problema o la estructura en la que se encuentra inscripto el deporte que tanto nos apasiona? Es decir, esos mismos fanáticos, en condiciones diferentes, ¿actuarían de igual forma?

Lo cierto es que el domingo en Casanova habrá sólo once camisetas blancas, con un globo rojo en el corazón. Cierto es también que el millón de quemeros estaremos pendientes, volando con Marcos Díaz, tocando con Capurro, gambeteando con Toranzo y pisándola con Caruso. Las chances reales son pocas, porque no se depende de la propia actuación, por la cantidad de puntos perdidos, y porque justo a Patronato le expulsaron a dos titulares. De cualquier manera, no vale abandonar. Que esta sea una más de nuestras odiseas de amor eterno, si total a los golpes ya estamos acostumbrados. Que sea otra epopeya en la que sigamos intentando mejorar la realidad, empezar a construir un camino lleno de gloria y laureles. Que las raíces, los valores y la filosofía que nos llevaron a la cúspide del Olimpo del futbol renazcan, y dentro de un tiempo estas notas sean viejos manuscritos de un paso en falso en nuestra historia.
Así y todo, no puedo imaginarme al “Pato” reemplazado y todo Isidro Casanova aplaudiéndolo…


Juan Rey, para Revolución Quemera.