Me encuentro ante un compromiso difícil de afrontar: hacer
un balance de un equipo que jamás tuvo forma definida, que nunca pudo encontrar
regularidad en su funcionamiento, que tuvo rendimientos nunca antes vistos en
las últimas décadas de la historia del club, pero que también repitió los modos
de algunos de los peores conjuntos y hoy, por eso, nos encontramos en puestos
de descenso.
Del 1 de noviembre hasta hoy, 9 de junio, en Huracán pasó lo
siguiente: ocupamos el último puesto de la B Nacional, salimos campeones,
ascendimos, jugamos la Copa Libertadores, aplastamos al Cruzeiro, levantamos un
trofeo nuevamente y quedamos en puestos de descenso en primera. Increíble, ¿no
es cierto?
Nada de esto es casualidad, de hecho, deviene como corolario
de un proyecto que, como los destinos del equipo, tampoco es claro. ¿Cómo se
explica, sino, que la comisión directiva haya contratado a técnicos tan disímiles?
Desde que asumieron, pasaron por Huracán: Juan Amador Sanchez, Juan Manuel Llop,
Diego Cocca, Héctor Rivoira, Antonio Mohamed, Frank
Darío Kudelka y ahora Néstor Apuzzo, que seguirá en su cargo a pesar de que se
reunieron con Facundo Sava, otro DT que nada tiene que ver con el actual.
Ante este tipo de crisis, con un equipo en puestos de
descenso, surge la inevitable pregunta… ¿debe continuar el director técnico? Y
lo cierto es que no sé responderla, ya que, a mi entender, está mal formulada. ¿A
qué Apuzzo se refieren? ¿Al que nos devolvió las esperanzas, nos
ascendió cuando estábamos en el último puesto y nos dio dos trofeos luego de 41
años? ¿O al que le importó poco Huracán, nunca alzó la voz y se conformó con jugadores amateur para jugar dos competencias de máxima exigencia? Detrás de esto, subyace, como un
espectro, el rumor siempre presente de que los líderes se hacen cargo del equipo,
lo que a simple vista me genera decenas de preguntas similares, ya que en ese
caso, los supuestos y “verdaderos DTs” habrían incurrido en los mismos errores
que se le atribuyen al actual director técnico.
Me atrevo a postular que Néstor Apuzzo, como cualquier
trabajador, necesita que se lo limite, es decir, que no se le permita tomar
todas las decisiones, que se evalúe constantemente su desempeño y que haya una
tercera voz -además del CT y los jugadores- proveniente de la dirigencia, para que todo se resuelva en conjunto
entre las tres partes. Siguiendo esta premisa, entonces, era necesario contar con un representante de la dirigencia que se involucre en el fútbol. ¿Será la ausencia de Gustavo Mendelovich la que le
quitó lucidez al DT, quien, por su inexperiencia, no supo hacerse cargo del
barco en soledad?
De ser así, nos encontramos, en primer término, ante un
error de la CD, que dejó acéfalo al club -sin representantes en la Subcomisión
de Fútbol- y para colmo, se dio el lujo de perder a Walter Santoro, vicepresidente del club, que entre otros logros, fue el encargado de negociar por La Quemita, y trajo a Edson Puch; en segundo término, aparece la figura del DT, que, ya sin la
presencia de Mendelovich y la presión dirigencial detrás, hizo uso y abuso del
club para convocar a viejos futbolistas conocidos, que poco le aportaron a Huracán,
como Luciano Nieto, que casi no tuvo minutos, y echó por tierra el trabajo que
había realizado en inferiores, ya que durante su conducción, no se promovió a ningún juvenil, ni siquiera en reserva, donde jugadores ignotos y entrados en
años, ocupan el lugar que deberían tener los más lozanos.
Más allá de todo lo extrafutbolístico, Apuzzo perdió la brújula tanto en lo físico como en lo táctico: onces que no se repiten, jugadores que integran las nóminas y luego desaparecen, futbolistas que se desempeñan en puestos que le son ajenos o que rinden en un nivel amateur, los cambios que siempre llegan tarde. Todo esto se plasmó en un equipo que tuvo tres encuentros fantásticos -frente a Argentinos, River y Cruzeiro- pero que en líneas generales fue apático, y estuvo entre los peores conjuntos de la Primera División.
Los errores ya fueron cometidos. Apuzzo será para algunos un
héroe, y para otros un villano, pero más allá de su figura, es necesario que la
CD, antes de tomar una decisión, piense no sólo en los próximos resultados, sino en un modelo de club a largo plazo;
no queremos más improvisaciones: si no comparten las ideas del DT, apártenlo
de su cargo hoy mismo. Diseñen un proyecto que esté por encima de lo que pueda
suceder en los próximos tres partidos, de otra manera, veremos a Huracán nuevamente caer en los pozos más profundos. Por el bien del club, ojalá podamos ver más allá de
aquellos dos títulos, porque cuando los cimientos no están bien construidos,
por más bello que sea el edificio, se viene abajo. Si no queremos repetir lo peor de nuestra historia, y descender por quinta vez, actuemos en consecuencia.
Agustín Macri