“Temblando, el arquero
Contrario, se encoge,
Los nervios de tigre
De lince al mirar,
Y grita la barra
De Parque Patricios,
Tirá Masantonio,
Herminio, tirá.”
El Mortero del Globito – Francisco García Jiménez
Herminio mira a su alrededor
cansado, agotado, consciente de su ineludible destino pero sin por ello dejar
de luchar, como lo hizo siempre. Tantas batallas libradas, tantas heroicas
presencias, tanta fiereza al servicio de la justicia. Y ahora el final.
Inexplicable. 46 años recién cumplidos. Tan solo 46 años y ya se termina todo.
Vuelca su cabeza hacia la
derecha, todavía retumban en su alma las bombas que cayeron el año anterior en
Plaza de Mayo. Haciendo un esfuerzo colosal logra ver el sol brillando a través
de la ventana, y siente el viento que viaja hacia el sur. Deja por un momento
que su mente flote llevada por el celestial soplido para ser transportado, como
una hoja en otoño, hacia su Ensenada natal.
Tras dar un par de vueltas por
las barrosas calles, atravesar la fábrica de Swift (“¿qué hubiera sido si seguía mi carrera acá?”), y detenerse, por un
segundo, frente a la casa en que nació, llega al lugar en que vivió su
bautismo, que recuerda perfectamente.
Siempre había sido un tipo
introvertido, probablemente producto del carácter cuasi violento de su padre
(inmigrante italiano que llegó a la Argentina en 1880), por eso nunca se había
animado a meterse en el “picadito” de
la cuadra. Decidía descargar su energía contra la bolsa de arena, en el
cuadrilátero. Todo cambió el día que faltaba uno para comenzar el ritual.
Tímidamente dos pibes de la cuadrilla
se acercaron al potencial púgil para invitarlo a ser parte del partido: “Masa, vení, que nos falta un centro-forward,
dale, vení así podemos jugar”. Ese momento cambió para siempre el curso de
su historia.
Sigue flotando, sigue dejando que
su mente vuele con el viento. Ahora está en una oficina, junto al Coronel Ducó.
Sabe bien que a su padre no le gusta nada esto de ser futbolista, sin embargo
decide enfrentarlo. Ya dejó pasar dos oportunidades, pero Huracán no es
Estudiantes ni Gimnasia, y siente que su destino está firmemente ligado a la
institución de sus amores. Además, Stábile emigró a Italia, con lo cual faltan
shoteadores. “Masantonio, espero que
comprenda el lugar en el que se encuentra y esté a la altura del mismo, para la
felicidad del pueblo huracanense.” Le insinuó el militar. “Creo que no lo defraudé, Tomás” piensa
ahora, mientras revive su debut con Quilmes, cuando convirtió 3 goles y comenzó
el idilio con la parcialidad Quemera.
La vida nos pone ante
encrucijadas, ante bifurcaciones en las cuales debemos tomar una decisión que, a
veces apurada, a veces meditada, influirá de manera determinante en nuestro
futuro. “Menos mal. Menos mal que viví a
mi modo” reflexiona mientras agradece haber conocido a Tucho Méndez y a
Baldonedo. “Je, y el Tucho que no se animaba a entrar al estadio sin mí, ¡que
personaje! Creo que con nadie me entendí en la vida como con él en la cancha”.
El viento frena y la hoja se cae
al suelo. El “Robin Hood de la vida” según palabras de Pedernera, sabe que es
el momento. Ahora no tiene que defender a nadie, no tiene que pensar dónde
ubicar el balón, no tiene que arengar a sus compañeros, ni ser ejemplo para los
jóvenes. El mortero del globito se encuentra, a sus 46 años, con el único rival
al que no puede eludir.
Juan Rey
Juan Rey