viernes, 28 de noviembre de 2014

#HuracánCampeón


Ahora sí

Ahora sí puedo volver a escribir. Ahora sí. Pensé que era yeta y por eso preferí esperar. Pero ya está, ya pasó. Ahora te cuento. Perdón la desprolijidad, pero son las palabras las que se escriben solas en la computadora, la emoción me desborda.

Contra Boca nos alegramos, ¡¿Hace cuánto no se nos daba?!
Contra Banfield empezamos a vestir a Marcos de héroe.
Contra Estudiantes confirmó su jerarquía.
Contra Rafaela estaba todo dado…pero tuve un examen ese día a las 19. Quería escribir antes de la final, contar cómo me enteré del triunfo del Globo. De todas maneras decidí respetar la cábala, tiempo sobraría.
Un par de viernes atrás, saliendo de clase, quise saber el resultado de un partido de Huracán. Jugaba por la tarde, con lo que me era imposible mirarlo. Ninguno de mis compañeros estaba al tanto, y sin embargo escucho una voz que me dice “va cero a cero”. Cuando me doy vuelta, ahí estaba Gastón, el muchacho de bedelía, aquel que hace posible las clases en la Facultad de Ingeniería, retirando el proyector del aula y luciendo una gran sonrisa por encontrar otro quemero. Ahí comenzamos una gran amistad, día a día nos cruzamos por los pasillos del edificio de Las Heras y dedicamos unos minutos a charlar de nuestro querido globito.
El partido con Rafaela era a las 19, y yo salí 20 45 de dar el parcial. No me alcanzaba el tiempo para llegar a casa y ver el final del partido con mi viejo. No tenía radio. Mi teléfono no tiene Internet. No había manera. Hasta que pensé en Gastón.
Fui corriendo a su oficina, mientras transitaba los corredores mil imágenes pasaban por mi cabeza…”si hubiéramos ganado ya me habrían mandado algún mensaje”, “si perdimos mi viejo me habría avisado”…no sabía qué me esperaba. A los pocos metros comencé a caer, desde adentro de la oficina se escuchaba un conocido “Dale Glooo, dale glooo, dale globo, dale gloooooo”. Entro, lo veo a Gastón llorando y agitando su brazo. “Ganamos 2 a 0, pasamos a la final”, me dice entre lágrimas, en ese instante nos fundimos en un abrazo eterno al son de “dale glooooo, dale glooooo” (Sí, en plena Facultad).
“Vení, mirá”, me invita a acercarme a la computadora, para ver los últimos minutos.
Cuando llego a la posición, me llevo una gran decepción. En la pantalla estaba el pinball. Gastón me explicó que ese día les cortaron Internet, así que no podía ver el partido. Igualmente, como buen quemero, encontró la forma de solucionarlo. Me muestra el teléfono, y me hace un gesto con la mano para que acerque mi oreja. Al otro lado estaba su mamá, sosteniendo el tubo contra la tele. Era como escuchar la radio. “Huracán a la final”.
¿Para qué contarte lo de ayer?
¿Para qué, si nadie lo sabe mejor que vos?
¿Vale la pena que te describa mi llanto de alegría por primera vez?
¿Vale la pena que te cuente que mi viejo había visto el 73 con su abuelo, y la explosión de recuerdos que tuvo ayer?
Si a vos te pasó lo mismo.
Si se te erizaba la piel cuando el relator les contaba a los televidentes que nuestra gloriosa camiseta fue vestida por René Houseman, por Roque Avallay, por Herminio Masantonio y por Miguelito Brindisi.
Si vos sabés más que nadie todo lo que sufrimos juntos, todas las malas que tuvimos.
Si a vos también te cargaron porque “nunca diste la vuelta”.
¿Para qué te voy a contar la piel de gallina que tengo al escribir esto, si a vos te pasó lo mismo cuando anoche Ringo desde allá arriba sopló para desviar el penal de Ferrari?
Si vos también te acordaste de tu viejo, tu tío o tu abuelo que ya no está, de ese primer culpable de esta herencia de amor y locura, de esta eterna condena de nostalgia y arrabal.
Si vos también por primera vez ganaste una final.
Me van a decir que lo importante es ascender, que tal o cual jugador es un muerto, burro o lo que sea. A mí no me importa. Para amargarse ya habrá otro tiempo, ya estará todo el tiempo. Este instante, esta efímera vuelta que el destino tiene a nuestro favor disfrutémosla.
Festejemos, juntémonos con amigos. Acordémonos de todos. Gritemos fuerte y cantemos juntos por Huracán.
Ahora puedo inflar más el pecho, ahora no me van a poder decir nada de las vueltas.
Ahora sí. Ya te vi campeón.

Juan Rey, para Revolución Quemera.


Pd: Quiero acordarme de mis amigos Quemeros, Tincho, Lauti, Santi, Leo, Marcial, Flor, el gran Juancho Penalba. De mi viejo, mis tíos y primos, de mi bisabuelo a quien no conocí. De todos los que día a día suman para ver un Huracán mejor, de vos que semana tras semana te emocionás con nosotros, y confiás en este pequeño gran espacio que se llama Revolución Quemera.



El gran relato de los amigos de El Ojo del Huracán. La alegría de todos. #HuracánCampeón, carajo...