Casi cuatro siglos los
separan.
René Houseman nació en
La Banda, Santiago del Estero, un 19 de Julio de 1953.
René Descartes
revolucionó el pensamiento. Pasó a la historia como el padre del racionalismo,
su meta era explicar de una forma metódica la existencia de dios. Profundamente
cristiano, su obsesión radicaba en cautivar a los infieles. Consideraba la fe
como algo exclusivo de algunos hombres mientras que a la razón le atribuía la
calidad de común a todo ser humano. En ese sentido, de poder dar un marco
teórico lógicamente válido, no sería necesaria la virtud de la fe para
legitimar la existencia de un ser superior.
René Houseman
revolucionó el fútbol. Pasó a la historia como el mejor wing derecho de la
historia argentina. Su objetivo era la plenitud, su método la sencillez. Su
obsesión era jugar para Excursionistas, hecho que consumo en el último partido
de su carrera.
Descartes no sólo era
filósofo, también matemático, físico y astrónomo. Su objeto de estudio era el
conocimiento en general, por lo que se vio cautivado por la anatomía.
Clandestinamente se reunía con otros humanistas para diseccionar cuerpos y
entender el funcionamiento del organismo.
A Houseman lo apodaban
“El hueso”.
Nuestro René también
era un humanista, su eje de vida fue, es y será la amistad y la honradez. Era
tan capaz de fingir una lesión por el mero fin que su compañero entre a la
cancha y cobre sus haberes, como de lesionarse por saltar del primer piso de un
hotel en Cuyo para ir a visitar a sus familiares, cuando le habían prohibido la
salida.
Descartes fue
inspiración para pensadores del futuro. Hoy en día la matemática cartesiana y
la geometría descriptiva forman parte de cualquier plan de estudios. Su
discípulo más brillante fue el matemático Baruch Spinoza, quien profundizó sus
estudios llegando a la conclusión que la
realidad no es más que una única sustancia extensa cuyos distintos aspectos
no son más que “modos” en los que se representa su naturaleza extensa y eterna.
Houseman fue y es
inspiración para todo aquel que le apasiona el fútbol. Los videos de sus
eternas e impredecibles gambetas, su velocidad, su picardía, lo hizo ser un
jugador de todos los tiempos. Hoy en día cuenta con un discípulo llamado
Cristian Espinoza, que usa la misma 7 en su espalda, que semana tras semana nos
regala retazos de magia y gambeta, que seguramente seguirá creciendo y llenará
de alegrías no sólo al público quemero, sino al simpatizante argentino.
Casi cuatro siglos los
separan. Pero ambos tienen cosas en común, más allá de sus nombres, ambos son
filosóficamente necesarios para nuestro presente. ¿Qué hubiera sido de la
evolución del pensamiento sin un hombre de la talla de Descartes? Nadie lo
sabe, quizás alguien hubiera planteado las mismas problemáticas, quizás hubiera
sido fruto del estudio de muchos hombres.
¿Qué hubiera sido del
devenir del fútbol sin un jugador como nuestro René? Tampoco hay una respuesta
precisa. Seguramente otro ostentaría el título de “mejor wing derecho”,
seguramente tendríamos otros ídolos. Es probable también que Huracán hubiera
logrado a pesar de su ausencia el campeonato de 1973, y que la selección se
hubiera coronado en la Copa del Mundo 1978. De lo que estoy absolutamente seguro
es que de no haber existido René Orlando Houseman, el fútbol no sería el mismo,
y el mundo sería un lugar un poquito más triste.
Juan Rey, para Revolución Quemera